domingo, agosto 12, 2007

Diario

Día 1, domingo

He comido ceviche con ají y ahora me arde el estómago, como si hubiera ingerido gasolina y luego tragado un fósforo encendido. No me gusta pensarlo pero creo que me he obsecionado contigo. Esta tarde me encontré buscando fotos tuyas en internet y encontré un par que guardé en una carpeta especial donde solo irán fotos tuyas que he encontrado en internet. En una sales sonriendo, con una sonrisa que nunca te había visto, con colores pasteles, con una blusa negra, como si estuvieras drogada o pasandola bien en una fiesta, en ¿dónde? España, quizás. En la otra no sales tan contenta, tus ojos son saltones, como los de un gato en estado de alerta. Es la cara que yo conozco, me es muy familiar. Se te ve sobretodo triste. ¿Qué te habrá pasado ese día? Alguien seguro se quedó con algo tuyo (un sentimiento que me es muy familiar ahora), pero usando el sentido común, puedo pensar que ese día no te pasó nada, que simplemente vino un tipo y te tomó esa foto. Hoy también fui a la iglesia. Mientras escuchaba al padre hablar sobre el misterio de la asunción de la virgen María yo sólo pensaba en la decadencia, la degeneración de la carne, los orgasmos anales y demás suciedades de ése tipo. También veía los cuerpos de las chicas que estaban en frente mío, a mis costados. La pared proyectaba la sombra de mi cabello desordenado. Todo muy horrible, muy familiar. Por lo demás no he hecho nada hoy día. Aunque he pensando en las mujeres, en que me gustan mucho las mujeres (alguna vez pensé que me gustaban también los hombres, puede ser que sea cierto, pero todavía no he conocido un hombre al que tenga realmente ganas de quitarle la ropa), en que conozco mujeres hambrientas que tal vez quieran comerce mi carne, cenarse mis tripas y hacer el amor con mi pene en rigor mortis. (Alguna vez me comentaste tus sueños y quedé helado.) Creo que ya he escrito suficiente por hoy.